“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

martes, 15 de septiembre de 2020

XIV: Anne Carson

 















XIV. DESLIZAS LA MANO POR ELLO PARA CALCULAR SUS DIMENSIONES CREES PRIMERO QUE ES PIEDRA LUEGO TINTA O AGUAS RESIDUALES DONDE LA MANO SE HUNDE LUEGO UN CUENCO DE CUALQUIER PARTE DEL QUE NO SACAS NINGUNA MANO

 

Hoy he ganado. Pero quién sabe si ganaré mañana.

Eso es lo que se diría a sí mismo bajando las escaleras.

Entonces ganó.

 

Buena cosa pues en el humo de la sala se había sorprendido a sí mismo apostándose

la granja de su abuelo (que no era suya)

y cuarenta mil dólares en metálico (que sí lo eran).

 

Ah contárselo a ella enseguida se fue corriendo por la acera

hasta la cabina más cercana, a 5 a. m., la lluvia le corría por el cuello.

Hola.

 

La voz de ella parecía asaltada. Dónde estuviste anoche.

El miedo le cortaba el aliento.

Oh no

 

puede oír cómo ella coge otra flecha del pequeño carcaj

y la furia asciende sin ambages en su voz como árboles manteniendo

alto su corazón.

 

Solo me siento limpio dice él de pronto cuando me despierto contigo.

La seducción de la fuerza viene de abajo.

Con un dedo

 

el rey del infierno escribe las iniciales de ella sobre el vidrio como cosas escaldadas.

 

Así en la penuria la leyenda

de un marido brilla, canta.

 

De: La belleza del marido

Un ensayo narrativo en 29 tangos

 

Anne Carson


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