“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

lunes, 7 de septiembre de 2020

El azar es de color azul: Daniel Noya

 






















EL AZAR ES DE COLOR AZUL

 

El azar está vestido, disfrazado de azul…

Simone Weil

 

El azar está desnudo, es un dios desconocido,

es apenas un roce,

una ensoñación,

un gozo.

El azar nos tiene prisioneros.

No tiene alma, es un vértigo,

un accidente,

una ciega rueda,

cara y cruz,

un juego en las manos de unas parcas que tiran del hilo

de nuestra vida.

El azar es el grito eureka en algún lugar de Siracusa,

una mezcla de carbón,

azufre

y sal de mar,

un sueño cíclico de átomos.

Por azar se han hecho grandes descubrimientos.

El azar ha provocado explosiones,

guerras, hundimientos.

Algunos lo llaman destino, otros casualidad o suerte.

Está en todas partes porque es invisible

como el amor

que también tiene su origen en el azar.

El azar hace que perdamos los trenes como en una película de Kieslowski,

 que nos quedemos a vivir en los sitios más extraños,

que nos lleguen lejanas cartas que no son nuestras.

Por azar nos sentimos extranjeros, viajeros,

nómadas hacia ninguna parte.

El azar creó a Quimera,

es la voz de Medea huyendo en el carro de Helios

o la mirada del sheriff Kane esperando en un poblado

el cumplimiento de su destino.

Para Cicerón es quien rige nuestra vida.

Para Marcel Duchamp es todo lo que ocurre en el mundo.

Nunca le abolirá una tirada de dados.

El azar es traicionero, esquivo, música en una novela de Paul Auster.

El azar

es pisar un charco en una calle perdida de Roma

o encontrar una cita que andabas buscando

al abrir una página del Eclesiastés.

El azar siempre está desnudo, vestido,

disfrazado de azul,

esperándonos a la vuelta de la esquina.



De: Cien fuegos

 

Daniel Noya

 

 

 

 

 

 

 


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