“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

martes, 31 de enero de 2017

Dos citas



“Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo”.

(Alejandra Pizarnik)












“Cuanto más verdaderamente sabe hablar un hombre, tanto más se le malentiende”

(W. Benjamin)
 


lunes, 30 de enero de 2017

Un poema de Julio Cortázar




                                   

Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol

o tal vez
el amor.

                                                   (Julio Cortázar)



domingo, 29 de enero de 2017

Un poema de Ingeborg Bachmann y una canción











     El amor tiene un triunfo y la muerte tiene otro,
                    
       el tiempo y el tiempo después.
                    
           Nosotros no tenemos ninguno.

                     
   A nuestro alrededor sólo hundirse de estrellas.
                            
                           Destello y silencio.
                     
                     Mas la canción por encima del polvo después 
                    
                     va a superarnos.

                                
                                                                                              Invocación a la Osa Mayor   

                                                               Ingeborg Bachmann


sábado, 28 de enero de 2017

Abrázame



        Abrázame,
                  estaría bien si me acariciases,
                  bésame
                  o desnúdame,
                  tal vez sería mejor que me hablases
                  o que me leyeses ese poema
                  que tanto me gusta de Alejandra Pizarnik,
                  dibújame una hoja,
                  píntame un paisaje donde poder mirarte,
        rodea mi cuello,
        besa mi nuca,
        estaría bien que crepitase contigo la tarde,
        que fueses el azar y el amor que vela
        en la oscura medianoche,
        nómbrame,
        sé mi eco, mi aldea frondosa,
        el verde de un árbol,
        la amiga que da vida al doliente,
        la caricia de una brisa
        en un rostro apagado,
        abrázame,
        estaría bien si me perdonases,
        si guardases el secreto de mi piel,
        dibújame un recuerdo,
        píntame un paisaje donde esperarte,
        ahora que estoy en la hora
        de la soledad,
        ahora que al fin he aparecido.



                                                                               DE: La sabiduría de las uvas
                                                                                                       Daniel Noya

jueves, 26 de enero de 2017

Recital poético-musical La Adrada 2016-17



















Frío como el infierno

Roma, 1995

Estamos en invierno y esto es Roma
y tú no estás.
                           Yo voy de un lado a otro
de tu nombre,
                             lo mismo
que un oso en una jaula;
                                                 marco un número;
pongo la radio, escucho una canción
de Patti Smith dar vueltas dentro de Patti Smith
igual que un gato en una lavadora.

Estamos en invierno y yo busco un cuchillo;
miro la calle;
                            pienso en Pasolini;
coges una naranja con mi mano.

Y esto es Roma.
                                 La nieve
convierte la ciudad en una parte del cielo,
ilumina la noche,
deja sobre las casas su ángel multiplicado.

Y tú no estás.
                            Yo cierro una ventana,
miro el televisor,
                                   leo a Ungaretti,
                                                                     pienso:
la distancia es azul,
yo soy lo único que hay entre tú y este frío.
Estamos en invierno y esta ciudad no es Roma
ni ninguna otra parte.
                                              Miro atrás
y puedo verlo: acabas de apagar una lámpara;
has cerrado los ojos
y sueñas con un bosque;
                                                   de repente
alargas una mano,
                                      buscas una manzana
que está en el otro lado de la mujer dormida...

Mientras,
                      yo odio este mundo frío como el infierno
y el cansancio que caza lentamente mis ojos;
odio al lobo que has puesto en la palabra noche
y la forma en que llenas la habitación vacía.
Odio lo que veré
desde hoy y para siempre: tus pisadas
en la nieve de Roma, donde nunca has estado.






De "Todos nosotros" 1998

 (Benjamín Prado)


miércoles, 25 de enero de 2017

Entrevista a Santiago Alba Rico


Entrevista a Santiago Alba Rico






















“¿Dónde reaparecen los cuerpos? En las vallas y muros, en los campos de refugiados y, desde luego, en la violencia bélica y terrorista; y, como “enemigo interior”, en las cárceles, los hospitales y las residencias de ancianos. Ese es el fracaso del sistema, que siempre ha estado presente en el exterior de Europa y que la crisis hace comparecer también ahora en nuestras ciudades como resultado de eso que Stigler llama “capitalismo de la incuria”: el sistemático desprecio, a través de las “políticas de austeridad”, de los cuerpos más vulnerables.” (Santiago Alba Rico)


martes, 24 de enero de 2017

Citas: Stefan Zweig



A veces llega algún curioso, algún forastero, para ver a Hölderlin, que es ya como algo legendario. Junto a la antigua torre del Concejo de Tubinga hay una pequeña casita; arriba, en un cuarto, hay una ventana enrejada que tiene amplia vista al campo; esta habitación es el pequeño remanso de Hölderlin. La honrada familia del carpintero guía al visitante allá arriba hasta llegar ante una puertecilla; tras ésta nada hay sino el triste enfermo que se pasea hablando incesantemente en elevado len­guaje. Fluye un río de palabras de su boca, palabras sin forma, sin sentido, como un murmullo de salmodia. Mu­chas veces Hölderlin se sienta al piano para tocar ho­ras enteras; pero no coordina; del instrumento sale sola­mente una armonización muerta, una repetición monó­tona, fanática, de una corta y pobre melodía (y al mismo tiempo se oye el ruido de sus uñas, enormemente crecidas, que golpean las teclas). Siempre hay, pues, un ritmo que envuelve al poeta prisionero. Así como el viento pasa por el arpa de Eolo cantando, en Hölderlin parece que la música de los elementos pase a través de su cerebro ya vacío.
El visitante, medio asustado, acaba golpeando la puerta; una voz apagada que da miedo contesta: « Adelante». Una figura encanijada, como un personaje de Hoffmann, se halla en medio de la pequeña habitación, su cuerpo frágil está ya encorvado por la edad; el cabello blanco y escaso le cae sobre la frente surcada de arrugas. Cincuenta años de sufrimiento, de soledad, no han podi­do destrozar totalmente aquella nobleza que era adorno de su adolescencia; una línea pura, que el tiempo ha acu­sado más fuertemente, marca su fina silueta; los rasgos delicados de su cara dibujan aún sus líneas ligeramente abovedadas y su barbilla prominente. A veces, los ner­vios marcan en su cara un rápido «tic», o una sacudida lo estremece hasta el fondo de sus huesos. Pero su mira­da tiene ahora una fijeza horrorosa; aquellos ojos, antes dulces y soñadores, están ahora apagados, sin expresión; su pupila parece la de un ciego.
Sin embargo, en alguna parte escondida de esa figu­ra decrépita, en esa sombra, arde aún un poco de vida; el pobre Scardanelli se encorva servilmente en exageradas y múltiples reverencias, como quien recibe a una alta e in­merecida visita. Brota un río de tratamientos: «Alteza», «Santidad», «Eminencia», «Majestad», y, con cortesía que oprime, conduce Hölderlin a su visitante al honroso sillón, que arrima respetuosamente. No se entabla una verdadera conversación, pues el pobre loco no puede fi­jar su pensamiento ni desarrollarlo lógicamente; cuanto más se esfuerza convulsivamente en ordenar sus ideas, tanto más se le enredan las palabras, formando un surti­do de balbuceos que ya no son lenguaje, sino sonidos ba­rrocos, fantásticos. Con gran dificultad comprende las preguntas que se le hacen, pero en su cerebro luce un momento de claridad cuando se le nombra a Schiller o a alguna otra figura desaparecida. Pero si un imprudente pronuncia el nombre de Hölderlin, entonces Scardanelli se encoleriza y pierde todo freno. Una conversación pro­longada impacienta al enfermo, porque el esfuerzo de pensar y concentrarse es demasiado grande para su cerebro cansado; y, cuando el visitante se marcha, se ve acompa­ñado hasta la puerta con toda clase de reverencias e in­clinaciones.

                                        La lucha contra el demonio

                                                                               Stefan Zweig



lunes, 23 de enero de 2017

Un poema de Jorge Boccanera



Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
o hasta que santodios abra los brazos de escándalo
bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente que aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no dé más hasta que pida más
hasta que cante.
      

                             De "Polvo para morder"

                            Jorge Boccanera

 

 


domingo, 22 de enero de 2017

Dos poemas de Ana Pérez Cañamares



















ANOCHE me dicté
el mejor poema del mundo.
Era una nana
un manifiesto
un discurso de bienvenida
un homenaje
una canción de amor
un réquiem
el pistoletazo de salida
para la revolución.
Era capaz de aniquilar
en un verso
y de resucitar
en el siguiente.
Pero olvidé escribirlo
y ahora soy la misma persona
escribiendo sobre la impotencia.







Levanto sospechas en la oficina
porque trabajo con la cabeza en otra parte
levanto sospechas entre mis amigos
porque desaparezco y callo durante días
levanto sospechas ante mi hija
porque en vez de hermanos o perros
sólo traigo a casa libros
sospechas ante mí misma porque mi independencia
se resquebraja cuando la tristeza da un golpe de estado
por eso me esmero cuando escribo:
aquí no quiero que me deseen otra.



                                                                                   Ana Pérez Cañamares

sábado, 21 de enero de 2017

Tu nombre: Daniel Noya



















                                         

TU NOMBRE

Para esperarte
he creado un territorio sin tristeza donde el amor
                                                    no duele.

Para esperarte
he construido un lugar sin grietas donde solo cabe
                                                    el nosotros.

Para esperarte
he dibujado una claridad en un cercano horizonte,
              un ritmo sin lágrimas,
                       un amanecer de pájaro.

Para esperarte he escrito un poema sin sombras,
un refugio frente a la tormenta,
un paseo de árboles donde el silencio
                                          no duele.

Para esperarte
he hablado largamente a tu ausencia
y  alejado muy lejanamente a la muerte.

Para esperarte
he nacido a una nueva vida sin heridas donde solo cabe
                                                    tu nombre.


                                      Daniel Noya. 

                                    De La sabiduría de las uvas












jueves, 19 de enero de 2017

Recital poético-musical La Adrada 2016-17

















Deseé alguna vez que un poeta me amase.
Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo‚
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos‚
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.

(Chantal Maillard)

martes, 17 de enero de 2017

Dos poemas de Juan Gelman



Willen De Kooning
 

toda poesía es hostil al capitalismo
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial


puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que


en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra


manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo


nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo

Cólera buey (1964)
Juan Gelman




Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
  
                                                                           Juan Gelman
                                                           

lunes, 16 de enero de 2017

Citas





















No es coincidencia que el poema saludadado como el primer gran poema moderno -La tierra baldía (1922), de T. S. Eliot- trate precisamente de la crisis característica del siglo XX: la pérdida del alma. O, como señala Ted Hughes en Winter Pollen, "la compulsiva desacralización del espíritu de Occidente" (...)
La tierra baldía describe un mundo urbano irreal cuyos habitantes son seres inquietos, vacíos, indiferentes y más bien sórdidos. La figura de Tiresias, el ciego vidente andrógino del mito griego, se mueve en el trasfondo y actúa como nuestro guía a través de la modernidad y el desierto, donde "no hay agua, sino sólo rocas" y "el trueno seco, estéril y sin lluvia". Ya casi no es posible la poesía, salvo algunas citas raras de poemas del pasado, cuyas riquezas están esparcidas a lo largo de La tierra baldía como restos relucientes en el polvo.

                              El fuego secreto de los filósofos. Patrick Harpur. Ed. ATALANTA




 

                         

domingo, 15 de enero de 2017

Dos poemas: Antonio Orihuela
























Al final de la comida
le he enseñado a mi madre
el libro de poemas
que acaban de publicarme.

La artritis de sus manos
apenas le deja mantenerlo abierto
y sus escasos años de escuela
recorren las palabras
como un niño que gatea
hasta hacer incomprensibles mis versos.

Loca de contento,
orgullosa de su hijo,
le lee un poema a mi padre
que la mira desde el sofá.

Cuando termina,
levanta la cabeza
y ve a mi padre dormido.

Lo despierta
y vuelve a comenzar
hasta tres veces
la lectura...

Yo no digo palabra,
pienso en los amos de la fuerza de los humildes,
en el tiempo delicioso que les robaron,
en la lengua que apenas les dejaron para comer
y reproducirse

en los profesionales del estilo,
en los críticos de las letras,

y en lo lejos que estará siempre
el pueblo sencillo y trabajador
de eso que llaman literatura.



Cada vez veo más gente

con una venda

puesta en los ojos.



Incluso he visto gente que,

habiéndosele movido un poco,



se la vuelve a colocar correctamente



                                                         Antonio Orihuela