“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

martes, 30 de abril de 2019

La rama que no existe: Gustavo Martín Garzo

Artículo del País


“No decía palabras, / acercaba tan sólo un cuerpo interrogante, /porque ignoraba que el deseo es una pregunta / cuya respuesta no existe, / una hoja cuya rama no existe, / un mundo cuyo cielo no existe”

 Luis Cernuda

lunes, 29 de abril de 2019

Cien fuegos (6): Daniel Noya




(6)

Apegado a la inocencia de tu lengua,
próximo a ti,
cerca de los años donde pude haberte nombrado y la luz de la mañana
era el reflejo pálido de tu nombre,
cerca de las palabras que me asfixiaron el cuerpo,
tan cerca de las sombras extrañas que quemaban nuestros sueños
como a viejos papeles gastados,
pero a la vez lejos de ti, lejos del amor que me empezaba a nacer
en la más honda piel,
envolviéndome en un amor susurrado a la nada,
perdiéndome entre sendas sin fin,
muy cerca de la nieve que borraba todas tus huellas
y muy lejos de tu boca,
queriéndote besar con todas mis ganas,
escribiendo jirones de versos que desaparecían en la noche
sin ti,
lejos de mi casa,
cerca de tu olor,
hablando a tus ojos de los secretos de las penumbras,
cubierto de las palabras más sencillas que encontraba escondido
entre los ríos,
lejos de mí,
triste sin ti, buscándote entre todas las preguntas,
entre los huecos más transparentes de los cristales,
en desoladas habitaciones donde habitaba mi soledad,
entre la hondura de las laderas
de tu blanco cuerpo,
cerca,
muy cerca
de amarte.





Cien fuegos
(en preparación)

Daniel Noya






domingo, 28 de abril de 2019

Ya no el dolor sino la servidumbre: Piedad Bonnett




YA NO EL DOLOR SINO LA SERVIDUMBRE

¿Qué dolor dolerá
si ella no duele?

EDUARDO LIZALDE

Ahora,
apenas si el recuerdo,
no del amor,
sino de aquella forma en que te amaba.

Ahora,
ya no el dolor sino la certidumbre
de la dolida forma en que dolías,

del vacío iracundo y de la pena
de la rama cortada.

Ahora
la sed, no de tu lengua,

la sed, no del oasis de tus ojos
sino de aquellas lágrimas caídas

sobre el desierto gris que me esperaba.



Explicaciones no pedidas

Piedad Bonnett