“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

lunes, 31 de diciembre de 2018

Ha oscurecido: Daniel Noya



Imagen: Amable Arias



Muerte, sé humana” (Georg Trakl)



Ha oscurecido y es elemental refugiarse en el animal
que ama la noche.

No tiene armas, ni habla con la divinidad.

Y no quiere
que le devore la muerte.

Las estrellas le ofrecen su ternura pero en su cabaña
vibra hoy la soledad.

Conoció el azul, estuvo en el país del sueño
donde recogió unas flores que con el tiempo se ajaron
dentro de sus páginas.
Le abrasa ahora el silencio y no encuentra la frescura que entonces encontró en su casa.

Ya solo le interesa la eternidad, la voz que nutre,
la oración que no sepa a lamento.

En su gris inventario se eleva un desamparado fulgor
que ya ni siquiera recuerda.

La vida aún le aborda y él no responde.

Hubo deleite donde ahora solo hay trazos,
ramas verdes,
mudos párpados,
la noche que le reduce a polvo,
la pena que le zumba en su callada boca.

Recoge su fruto, su caudal de versos.

Ha plantado un sauce en una humilde roca.

Ha mitigado su voz y llora sin lágrimas sin esperanza.

Muerte, sé azul.

No te demores demasiado en este animal que puso su lira
al desnudo
para atrapar solo un poco de infancia.


                   De: Órdenes del corazón

                                       Daniel Noya




domingo, 30 de diciembre de 2018

18º C: Gabriela Bejerman




18ºC

Hace dieciocho grados a las cuatro de la mañana.
La ciudad viaja en su taxi.
“El puente Golden Retrevier”.
No sé por qué casi hago el amor sin desear.
En el remís hay música de Air Supply, muy romántica.
Pasan dos adolescentes deslizándose sin casco.
“Él se apuró para darme un beso más al partir”.
Me puso el corpiño y la bombacha como un experto torpe.
Fumamos, charlamos, nos juramos eterna amistad.
El colchón tenía partículas en vez de sábana.
El agua y la cerveza nos dictaban palabras.
Él me ofreció fruta tropical que rechacé.
Quería darme clases de sutileza.
Después me prometió un desayuno amoroso:
Café con leche, diarios y factura tibia.
Mientras hablaba palpaba.
Yo me resistía disimulando ante mí también.
Le di el gusto.
Fui egoísta.
Lo quiero.


Gabriela Bejerman



sábado, 29 de diciembre de 2018

Una herida puede ser un territorio: Daniel Noya





Una herida puede ser un territorio.

Caminé
por el amplio volumen de la tristeza
pero también fui dichoso en la dañada bruma
de mis silencios.

Escuché
el canto de los pliegues,
el altavoz de los jardines cuando atardece en lo hondo.

La caricia de lo cotidiano anidó en mi rostro
y respiré
el olor de las ortigas.

Nadé hasta tu cuerpo para seguir siendo un náufrago.

De mi biografía
sólo quedó el sabor de los rincones soleados,
el oro de alguna esperanza que me mantuviese en pie sobre la tierra.

De mi biografía quedó
la brisa perfumada de tu olor,
la verdad fría
de estar muy solo.



De: Órdenes del corazón

Daniel Noya