“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

martes, 28 de febrero de 2017

Citas: Nietzsche




















La tragedia de Friedrich Nietzsche es un monodrama: el único actor en la corta escena de su vida es él mismo. En cada uno de los actos ‑rápidos como un alud‑ está Nietzsche como un luchador solitario bajo el tempestuo­so cielo de su destino; no tiene a nadie a su lado; nadie está enfrente de él; ninguna mujer, con su tierna presen­cia, suaviza esa tensión atmosférica. Toda acción procede de él y en él se refleja solamente. Las únicas figuras que al principio marchan a su lado son acompañantes mudos, asombrados y asustados de su heroica empresa, que des­pués, poco a poco, se van alejando de él, como si fuera peligroso. Nadie se atreve a adentrarse en el círculo inte­rior de su destino. Nietzsche habla, lucha y sufre siempre por su propia cuenta. No habla a nadie y nadie le habla a él. Y, lo que aún es más terrible: nadie lo escucha.


Pues « sólo el dolor da la ciencia» (así entona su can­to de agradecimiento al dolor ese hombre torturado). La salud de hierro, simplemente heredada, no se estremece jamás y evita la lucidez: nada desea, nada pregunta, por eso no hay psicólogos que disfruten de buena salud. Toda ciencia viene del dolor, «el dolor busca siempre las causas de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y no volver la mirada hacía atrás»; en el do­lor uno se hace cada vez más sensible; es el sufrimiento el que prepara y labra el terreno para el alma, y ese dolor que produce el arado al desgarrar el interior, prepara todo fruto espiritual. «Sólo el dolor libera al espíritu, sólo él nos obliga a descender a lo más profundo de nuestro ser», y por ser casi mortal ese dolor, dice aún esas orgu­llosas palabras: «Conozco mejor la vida porque muy a menudo he estado en trance de perderla.»




La serpiente que no puede mudar la piel, perece; del mismo modo, los espíritus que se ven impedi­dos de cambiar de opinión, dejan de ser espíritus.

(F. Nietzsche)



                                La lucha contra el demonio    
                                                                               Stefan Sweig






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