(17)
Los
enamorados ojos no
se dejaron burlar
por
la serpiente.
Los
enamorados labios no
se dejaron seducir
por
los frutos prohibidos.
Los
enamorados
comprendieron
que
la vida verdadera no
era un paraíso
y
que desprovistos de corazón
naufragamos
en la tierra.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
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