Armado con la vista estrecha de las
avispas,
que succionan el eje de la tierra, el
eje de la tierra,
presiento ¡qué quimera! todo lo que he
tenido que soportar
y lo sé de memoria.
No sé pintar, ni sé cantar,
no sostengo el arco de la voz negra,
bebo la vida y me gusta
la astucia y el poder de las avispas.
Ay, si yo pudiera algún día,
sobrepasando sueño y muerte,
con el aguijón del aire y el calor del
verano,
oír el eje de la tierra, el eje de la
tierra.
Cuadernos de
Voronezh
Osip Mandelstam
Traducción de Tomás
Salvador González
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