AMNÉSICA
Nada vale, nada, suplicar ahora:
¡Reconoce!
Lo único que cabe hacer con tan bello
vacío es suavizarlo.
Nombre, casa, llaves del coche.
La mujercita objeto:
borrada, un suspiro, otro.
¡Cuatro bebés y un cócker!
Enfermeras nimias como gusanos y un
médico diminuto
le dan cobijo.
Viejos sucesos
se le desprenden de la piel.
¡Retrete abajo todo ello!
Abrazado a su almohada
como la hermana pelirroja a la que
nunca osó tocar,
sueña ahora con otra nueva:
¡Estériles, estériles todas!
Y de otro color.
¡Cómo viajarán, viajes, venga viajes,
paisaje,
la cola de un cometa
asomando por el trasero de su
hermano/hermana!
y el dinero, la esperma de todo.
Una enfermera trae
una bebida azul, otra verde.
Le surgen a ambos lados como estrellas.
Y ambas bebidas llamean, espumean.
¡Oh, hermana, madre, esposa,
dulce Leteo de mi vida.
¡Nunca, nunca volveré a casa!
Antología
Sylvia Plath
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