El labio con que escribo
Si escribo, es por hablar. Abro la
puerta
y aguardo a un hombre, una mujer. Y
escribo
hablándoles despacio, como amigo.
El gesto, lento; y la palabra, cierta.
Y puesto que la puerta está ya abierta,
salgo al campo a ver bailar el trigo
y a parlar con los árboles: testigo
soy de la vida y la verdad incierta.
Hablo a los hombres, hablo a Blas de
Otero,
hablo a los aviadores y a los mares,
al campesino, al hierro y al minero.
Por eso escribo: por hablar. Y vivo
a viva voz, rondando los lugares
más hermosos del labio con que escribo.
Hojas de Madrid
Blas de Otero
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