VI
Tú sola y oigo la hierba de tu risa
Tú la cabeza que te conduce
Y desde la cima de los peligros de la
muerte
Sobre los brumosos globos de la lluvia
de los valles
Bajo la densa luz bajo el cielo de la
tierra
Engendras la caída.
Los pájaros ya no son refugio
suficiente
Ni la pereza ni el cansancio
El recuerdo de los débiles arroyos y
los bosques
En la mañana de los caprichos
En la mañana de las caricias visibles
En la aurora de la ausencia y la caída
Las barcas de tus ojos se pierden
En el encaje de las desapariciones
El abismo se ha revelado otros han de
apagarlo
Las sombras que tú creas no tienen
derecho a la noche.
El amor la Poesía
Paul Éluard
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