(1)
Una
rendija de luz
para
calmar el miedo nocturno a las salamandras.
Noche
tras noche
mira la
pared
y no
llama a la madre.
Hasta
que el cansancio le hace al fin cerrar los párpados.
Y al
amanecer
siente
que
jamás podrá hacer frente a todos los miedos
sin una
rendija de luz
rozándole
en los párpados como una madre
el
desvalido cuerpo.
Daniel Noya
No hay comentarios:
Publicar un comentario