TELARAÑA
Telaraña:
la forma en que la baba se vuelve seda me recuerda el poema. La araña secreta
sus secretos y al darles forma los expone a la vergüenza pública.
Dura
poco su arte. La gente se complace en destruirlo. Por hermosas que sean, las
telarañas se relacionan con el olvido, el abandono, la ruina. O cosas peores:
la trampa, la tortura, la muerte. Confesar afición o al menos respeto por las
telarañas es declararse fuera del juego, al margen de la tribu. Como si a los
quince años, cuando queremos ser aceptados en el equipo de fútbol o en la
pandilla, confesáramos: “Me da pena decirlo: escribo versos”.
También
la araña escribe en la oscuridad un tejido de luz indescifrable. Al verlo en el
cuarto que nadie ha visitado en muchos años, parece la escenografía de un drama
ya invisible, los restos de una épica abolida.
Telaraña:
crin de un caballo espectral, puente colgante entre el mundo de aquí y la noche
que siempre está esperándonos.
La arena errante
José
Emilio Pacheco
No hay comentarios:
Publicar un comentario