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Labios
quemados de la noche
han estado cerrando nuestros ojos
cuando hasta las playas
libres rodaban con la esperanza de ver
la flor
que se quemaba tras la tarde
que nos asía las manos cuando entonces
nos cubríamos con un sombrero
de tela para darle sombra al sol y a la
palabra
y al fuego del mar
cuando éste nos daba de lleno en el
rostro
y entonces nos dormíamos
para que la mañana
con su luz volviera a nuestro encuentro
a ser de nuevo
toda
la playa
Cuadernos
(2000-2009)
José María Millares Sall
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