recojo las imágenes
y las guardo como señas en una libreta.
La cara de sufrimiento de los nadadores
cuando emergen, la boca
abierta, los ojos abiertos y ciegos,
los hombros
como animales sueltos que escapan de un
abrazo,
he visto oscurecerse
las aguas limpias y azules de la piscina,
a una mujer que temía ofrecer su rostro
al agua
y nadaba sin ruido,
he visto peladuras, el ramo de la
muerte,
peladuras y semillas en el fregadero.
Aleda
Tomás Salvador González
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