Nadie sería
capitán de su propia
vida si soltara
las amarras
de la amistad.
A la deriva
como un apátrida
navegaría
sin luz y
sin timón, sin poder
discernir nunca
entre horizonte
cierto
y espejismo.
Si levara
aquel ancla,
nadie estaría seguro
de tener una tierra,
de ser de algún país.
Si llegar más lejos
es llegar más cerca
a donde iría a parar.
De: La viña de oro
María Antonia Ortega
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