UN TRISTE FINAL
Pudo el amor
volarme la cabeza, o hacerme perder el sur.
Temo alguna
desgracia personal: tu cabeza también caerá, como la mía, y tu olvido será para
mí un sueño profundo. Al fin hemos llegado, como si una paloma blanca acabase
de nevar sus plumas. Se espantan mis palabras.
La viña de oro
María Antonia Ortega
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