(6)
Áspero mundo,
ya van quedando menos sombras entre las
líricas yemas
de mis cansados dedos.
Ya sólo anhelo alimentarme de la luz
de la lluvia
cayendo infinitamente
sobre el atardecer.
Áspero mundo,
ahora brillan todos mis escondidos
sueños y mis vivas manos
ya casi tocan los últimos destellos del
amor.
Arde mi alma.
En cada poema escarbo buscando las
palabras verdaderas
de la infancia.
Atrás dejo
este purgatorio de frías noches y de
oscuros párpados.
Lejos queda
tu ausencia dibujada como un negro
círculo
en mi silencio.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
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