ELOGIO DEL POEMA
Para mí eres un faro,
el desnudo de las primeras profundidades
en las que se perdió mi infancia.
Para otros eres una incógnita,
los huesos de un inexplicable vocabulario
difícil de entender.
Tu cuerpo es para mí un incendio
sin quemaduras,
el sosiego dibujado en la piel de algunos
espejos,
la línea recta
que me lleva una y otra vez a tu
encuentro.
Para muchos eres el frío
que dejan las ausencias, el polvo que
queda
de las metáforas baldías.
Para mí eres un alma milagrosa, la
ternura
de los rincones felices de mis insomnios,
el mapa
que orienta mis latidos,
los momentos más felices de los veranos,
el maquillaje más hermoso
de mis noches
cuando en la soledad interminable de
todos mis viajes
encuentro tu luz y tu olor por todos los
rincones.
Entonces mis manos ásperas
y mis ojos ausentes
son capaces
de escribir un nuevo poema que me aleja
de la muerte.
De: No todos los días alcanzan
la belleza
(en preparación)
Daniel Noya
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