Todo comienzo
es
un inicio de abordaje.
Adelante,
pues, mostrémonos como somos,
al
fin sin tapujos.
No
hay que temer
al
aguerrido escorpión que se esconde
debajo
de la piedra más querida.
Tal
vez sepamos descubrir juntos las voces,
separar
la desesperación de los demás
que
se acumula a la de uno mismo.
¡Cómo
reconforta a veces recordar
aquello
que vivimos
milagrosamente!
Saber
que es tan fácil inventar encuentros
y
tan difícil encontrarlos.
Saber
que podremos hablar alguna vez
de
nosotros,
tal
vez cuando se hayan olvidado
todos
los demás
y
solos quedemos, con todas nuestras dudas
y
deseos.
Podremos
vernos sin los otros
persiguiéndonos.
Y, al fin, ya sin ninguna otra
máscara,
saber
que el mundo
podría
ser todo lo perfecto
que
quisiésemos
si
no fuera
por
esos brotes de ceniza mal apagados.
De: Cierra el portón
Daniel Noya
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