(4)
(brillo intenso)
Caronte, viejo
gruñón,
me esperas
impaciente al final de mi último camino.
Con tu
solitaria barca cruzarás mi sombra dormida a través de la laguna Estigia
o del Aqueronte
y allá en el
Hades depositarás como un fardo inútil mi cuerpo y los restos de mi olvido.
Tengo ya el
óbolo preparado en la líquida boca de la muerte.
Debajo de mi
lengua mortecina está el precio de mi último viaje.
En vano intento
ya engañarte como intentó burlarte Orfeo:
es imposible
detener el llanto, atar un hilo de esperanza a la espesura,
desviar a la
serpiente de su veneno.
En tierra
extraña contaré mi triste historia a otros muertos.
En tierra
extranjera lloraré mis lejanas lágrimas y respiraré la enfermedad de los
ausentes.
Viejo gruñón,
dame la mano,
chirrían como
alas de murciélago mis huesos y no tengo ya el corazón para más naufragios.
De: Luces de gálibo
Daniel Noya
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