Si
algún día te olvidase
o mi
corazón enfermizo ya no hojease tu recuerdo.
Si
como un leve soplo
mi
voz sin avidez ya no te nombrase,
sálvame,
no
me dejes solo encerrado en el caparazón de la noche,
sálvame,
no
me dejes solo en mi silencio,
no
me abandones en la soledad del idioma
de
las ciénagas,
que
todavía me quedan palabras enamoradas para acercarte,
para
dibujar tu piel
a
través del abrazo de mis ojos
y te
amaré
como a la voz de la luz
que ahuyenta todas las penumbras
y te
escribiré
una
página de amor
con
la desnudez de una deslumbrante poesía.
DE: No todos los días alcanzan la belleza
(en
preparación)
Daniel
Noya
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