Un
avispero
en
mis ojos, llagas cubren todas mis manos.
Ésta
es
mi
época, desolada inocencia.
Sin
sábanas
duermo,
desnudo, entre rejas metálicas
de
olvido.
Y
no puedo adivinar los compases grises
del
vuelo de los gorriones
ni
aun acercándome a la ventana.
De: No todos los días alcanzan la belleza
(en preparación)
Daniel Noya
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