¿Por qué?
¿Por
qué nos expulsaste del paraíso
si
sólo comimos
del cielo de nuestras manos y hubiésemos probado
de nuestros cuerpos todos los bancales?
¿Por
qué ahora dormimos en este lecho
sin luz,
ahogados por la brisa de nuestro
recuerdo?
¿Por
qué nos creaste, desnudos,
con
ojos para oler nuestro cuerpo sobre la arena del paraíso?
¿Para
arrojarnos a la oscura espesura de la muerte?
¿Para
herirnos con la tentación con forma de serpiente
y entregarnos
al cenagal
y al granizo?
¿Por
qué me enamoré
de su belleza en un instante?
¿Por
qué no supimos comprender que junto al árbol
no
florecía la luz de la mañana
sino la envidia de un dios
que no pudo soportar que nos amásemos
como
seres humanos rebeldes en la cima de las rocas
noche tras noche?
De: No todos los días alcanzan la belleza
(en preparación)
Daniel Noya
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