País de niebla
En invierno está mi amante
entre los animales del bosque.
Debo regresar antes del alba,
la zorra lo sabe y ríe.
¡Cómo tiemblan las nubes! Y cae
sobre mi cuello de nieve
una capa de hielo quebradizo.
En invierno es mi amante
un árbol entre árboles e invita
a los cuervos, abandonados por la
suerte,
a su hermoso ramaje. Ella sabe
que el viento, cuando oscurece,
levanta su rígido vestido de noche,
adornado
de escarcha, y me manda a casa.
En invierno está mi amante
entre los peces y es muda.
Esclavo de las aguas, que mueve desde
dentro
la línea de sus aletas,
estoy en la orilla mirando,
cómo se sumerge y se vuelve,
hasta que los témpanos me expulsan.
Y de nuevo, alcanzado por el grito
de caza del pájaro que tensa
sus alas sobre mí, me caigo
en pleno campo: ella despluma
a las gallinas y me tira una blanca
clavícula. Me la pongo en torno al
cuello
y me marcho a través de la amarga
pelusa.
Infiel es mi amante,
sé que a veces vuela
con zapatos altos hacia la ciudad,
besa en los bares con pajita
las copas en la boca, hasta el fondo,
y se le ocurren palabras para todos.
Pero yo no entiendo ese idioma.
Yo he visto el país de la niebla,
he comido el corazón de niebla.
De: Invocación a la Osa
Mayor
Ingeborg Bachmann
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