Robert Graves
“¿Cuál
es la utilidad o la función de la poesía en la actualidad?” es una pregunta no
menos acerba porque la hagan con insolencia tantos estúpidos o la respondan con
apologías tantos tontos. La función de la poesía es la invocación religiosa de
la Musa; su utilidad es la mezcla de exaltación y de horror que su presencia
suscita. ¿Pero “en la actualidad”? La función y la utilidad siguen siendo las
mismas; sólo la aplicación ha cambiado. Ésta era en un tiempo una advertencia
al hombre de que debía mantenerse en armonía con la familia de criaturas
vivientes entre las cuales había nacido, mediante la obediencia a los deseos
del ama de casa; ahora es un recordatorio de que no ha tenido en cuenta las
advertencias, ha trastornado la casa con sus caprichosos experimentos en la
filosofía, la ciencia y la industria, y se ha arruinado a sí mismo y a su
familia. La “actual” es una civilización en la que son deshonrados los
principales emblemas de la poesía. En la que la serpiente, el león y el águila
corresponden a la carpa del circo; el buey, el salmón y el jabalí a la fábrica
de conservas; el caballo de carrera y el lebrel a las pistas de apuestas, y el
bosquecillo sagrado al aserradero. En la que la Luna es menospreciada como un
apagado satélite de la Tierra y la mujer como “personal auxiliar del Estado”.
En la que el dinero puede comprar casi todo menos la verdad y a casi todos
menos al poeta poseído por la verdad”.
Robert Graves: Las diosas blancas
De:
De la poesía
T.
S. Norio
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