Despedirse
Retiro las alfombras y cortinas,
las mesas en las que hace tanto tiempo
que ni como ni escribo.
Quito los cuadros, pinto las paredes
para borrar las huellas de los años.
Guardo unos pocos libros.
Sé cuáles son.
Quemo cartas de amor: ahora los amores
son icebergs errantes del pensar.
Ya, sin rincón alguno para el miedo,
la casa me desnuda la mirada.
Ni la esperanza
habrá de perturbar la última muerte.
No hay otra casa para quienes amo.
Misteriosamente
feliz
Joan Margarit
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