(8)
Con los dedos
ya con artrosis
con la mano ya gastada
y sin pulso
con el corazón a punto de arder en su
último latido
voy a escribir el poema
de un ciego que juega su última carta
el poema que dejará una huella
en mis ojos que ya sólo lloran
aguaceros de desmemoria
el poema que será tan sólo un rastro
de mi voz ya sin rumor y sin equipaje
y será como un breve relámpago
que desnude para siempre la más sombría
oscuridad.
De: Cien fuegos
(en preparación)
Daniel Noya
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