(9)
Decidme el secreto de lo que no se rompe,
de lo que no se muere nunca, la magia del
primer resplandor con que prende
la lumbre.
Explicadme dónde nace el gemido, cómo se
forma el dibujo de las nubes
y de las sombras.
Decidme cómo se escribe con el corazón
roto
y las manos ya sin alma.
No me preguntéis
cómo me desnuda un poema que duele, una
canción que sabe a arena
de tu niñez más querida.
Decidme cómo se extiende la brisa más
íntima de una noche sin tus ojos.
Aclaradme
cómo se llega a los lejanos lugares de la
desmemoria sin el auxilio
de las constelaciones.
No me preguntéis
cómo se vive eternamente en la ausencia, cómo
se desaparece entre el polvo
que dejan las hojas caídas en otoño.
Aclaradme
cuál es el más secreto luminoso de todas
las preguntas.
Decidme el nombre secreto de todas las
luces reflejadas en las raíces
más hondas,
la cadencia de todas las cosas que quedaron en la
intemperie
muertas de frío.
No me preguntéis por el sabor de la
tristeza o por el cerco de las lágrimas.
Por favor,
decidme,
explicadme lo que oculta de nuevo mi
miedo más antiguo en este lejano
anochecer,
antes de que me rompa,
antes de que estalle como una cuerda
gastada
mi débil corazón.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
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