EL JUICIO DE OSIRIS
En vano anochece.
Inútilmente resplandece en su desnudez
final el instante sombrío.
Al alba,
en soledad,
me tragará la tierra y me arrancarán el
corazón para depositarlo
en una balanza.
Mi desvencijado cuerpo se presentará
aturdido
ante una extraña presencia con cabeza
de chacal.
No es un sueño suspendido en mis
labios.
En la sala de las dos verdades tendré
que enfrentarme a una pluma de avestruz
custodiada por una diosa.
¿Pesará más la verdad y me aniquilará
el devora corazones
con cabeza de cocodrilo?
¿O me abrirán los ojos y la boca para
ser inmortal?
¿Podrá equilibrar mi mutilado corazón
la balanza pensativa?
¿Acertaré en las respuestas
si sólo dejé como herencia una pequeña
montaña de palabras?
Todo fue una herida más.
Una
herida abierta a la muda luz de otra noche habitable.
Todo fue un sueño suspendido en mis
ojos.
Mi corazón en la balanza de la
esperanza equilibrando el vacío.
DE:
No todos los días alcanzan la belleza
Daniel
Noya
No hay comentarios:
Publicar un comentario