A pesar de la luz
estoy desguarnecido.
Es oscuro el delirio de mi silencio.
Amargas
espinas
hacen que sangre mi alma.
No hay quien sienta plenitud
en la estancia moribunda
de este idioma.
Frías noches desnudan mi canto.
Y me agarro
a la grisácea melodía del olvido,
desangrándome
todos los días
todos los días
por culpa
de todos los paraísos que florecieron
huérfanos
de melancolía.
De: No todos los días alcanzan la belleza Daniel Noya
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