No mamá
no quiero que
mis hijos coman tierra
no quiero que
me devoren.
No soy Cristo,
madre
no soy Cordero.
Amo mi carne
por sobre todas las cosas.
Carne bañada
por la saliva de los dioses
que viajan a
través de mi sangre.
No me corto las
venas porque atentaría contra la inmortalidad
que las
recorre.
Pero a esa masa
negruzca e inerte
que desde su
podredumbre descompone todo a su alrededor
no la quiero.
Para ella no
tengo compasión.
Él tiene la
llave del cuarto de la hoz y la guadaña.
Engendró la
muerte utópica.
Pretende hacer
de mi cuerpo un gran ataúd que se coma la tierra
el forro que
separa la luz de la oscuridad.
Él execró mi
amor con purgantes de muerte.
Le pediré la
hoz para terminar el trabajo.
DE: Espejo
negro
Miriam Reyes
Sombras di-versas
Diecisiete poetas españolas actuales
(1970-1991)
Amalia Iglesias Serna
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