Arañaré el barniz para ver si aún
existe la madera
de silenciosos nudos.
Me perderé y volverás a encontrarme.
Buscaré la cicatriz profunda de los
profundos
olvidos, el trazo monótono de las
manecillas del reloj.
Te digo cosas que nunca te he dicho.
Por eso tan sólo has de seguir las
líneas de mis manos
que callan al cerrarse.
Te digo cosas que alguna vez ya te
dije.
Por eso te arrastrarás como una culebra
golosa
en la tierra surcada de nieve
y como una rastreadora de nombres
volverás a nombrarme.
Hablo para mí como si estuviera
borracho,
tan borracho como una miga de pan
caliente.
Ya nunca podré hablarte desde la
distancia.
El calor de tu palabra puede ahora
salvarme
de este naufragio en el que me he
convertido.
Estar como el mar empujando una y otra
vez,
dormir con los ojos cerrados
y la voz en otra parte.
Estar haciendo siempre el mismo viaje
definitivo
para perderse en el bosque.
De: Cierra el portón
Daniel
Noya
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