Oídme. Vengo
de inhóspitos parajes.
Territorios que nadie querría
haber hollado.
Para hablar necesito la fuerza
que no tengo.
Son tantos los obstáculos.
Aquel lugar abajo sin cerrar
este de aquí por nuestro siempre
hambriento y aquél
aún tan
otro.
Oídme. Soy de
aquellas
que vagan en los límites.
Quien me escuche sin ansia
entenderá.
No somos libres de enseñarle
a nadie
lo que importa.
La herida en la lengua
Chantal Maillard
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