No hay
animal que no haya mordido las células
inocentes
de esta vida.
No hay
hombre que no piense si al volver
el
tiempo
de sus
largos paseos de nudos,
preguntas
concretas, humanas,
podamos
ya ser seres de carne y hueso.
Y si al
volver ese tiempo
me ves
despierto,
te
acercas, me abrazas,
ya no
seré yo porque la noche serás ya tú.
Sólo
entonces
te
contaré el nombre que usábamos para llamar a las cosas,
me
aprenderé de memoria el nombre de mis padres.
De: Cierra el portón
Daniel Noya
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