Fundamentos históricos de una flor de
un día
Juré que nunca me dejaría coger;
yo siempre iba a encajar luz con luz,
ritmo con color.
Nunca -dije- caería en caer.
Reíros: me creía flor.
Nunca permitiría los besos incorrectos
ni la voluntad cadáver en mi cama,
ni la cólera profunda y cavernícola
y tristísima
con respecto a mis acciones
sin verdad ni sentido.
Yo siempre iba a encajar
verdad con sentido,
luz con luz, besos con furia
existencial y demás.
Creedme: yo iba a vivir en una isla
remotísima y asiática;
yo –juré- me dejaría la piel
en cada acto, cada signo,
y cada acto de amor, cada signo, cada coito,
creedme, cada mano, cada ojo,
iban a ser inolvidables, iban a ser
-y lo decía en serio-
mágicos
y agotadores.
Juré que nunca viviría
en moldes ajenos
(aunque fueran de ilustres novelas
centroeuropeas);
yo nunca iba a permitir –decía-
el intento fofo y marchito,
ni luz apenas, ni besos sin truenos,
ni –nunca, dije- alexitimia,
anafrodisia, esas barbaridades,
ni perderme
ni rosas blancas pero decorativas
ni vivo sin vivir en mí y todo eso.
En la catequesis
me decían
no jures jamás
niña idiota.
Fresa y
herida
Berta
García Faet
Sombras
di-versas
Diecisiete
poetas españolas actuales (1970-1991)
Amalia
Iglesias Serna