Mi
edad
tantas
páginas
una
lengua y una mirada
sobre
la arboleda
miles
de garabatos inseguros
el
pan de mis versos
como
luciérnagas
en
la noche
y
el sonido de la carne
detiene
las tinieblas.
Mi
edad
tantas
lágrimas
un
amor
y
el sonido de las vocales
haciendo
eco
sobre
los guijarros.
Estoy
ileso
con
las preguntas calcinadas
sin
la luz de las grietas
anocheciendo
entre tantas páginas
dejando
que gotee mi corazón
sobre
las hojas
escribiendo
en el idioma de las sombras.
Mi
edad
tantos
inviernos y sábanas frías
arando
el surco
de
los nombres
soñando
tu piel con la música de los ríos
y
el gozo
de
tu boca.
De: La doble rendija
(en preparación)
Daniel Noya
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