Eres
mi adverbio de afirmación,
mi
estribillo,
la
vacuna que me protege de la enfermedad
de
los precipicios.
Eres
el despertar de mis huesos,
la
música que me recuerda a la lluvia de Dublín,
el
grabado de un pétalo.
Eres
la sílaba que le falta a mi pequeña vida,
mi
alimento.
Eres
el temblor de mi alma sin escalas,
un
verso de Vladimir Holan
que
habla del destello de la hierba.
Eres
el
espacio donde beben las semillas,
el
paraíso donde se eclipsan las lámparas
y
en donde se calla la poesía.
De: La doble rendija
(en preparación)
Daniel Noya
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