LA FIRMA DEL DESEO
El
hechizo espoleó un paraíso
y
se desnudaron sus costillas.
Fue
áspero
envejecer.
Sus
ojos miraban el sabor
de
las serpientes.
El
fruto se oxidó en su boca.
Y
se abrazaron estériles
en
el polvo.
De: La doble rendija
(en preparación)
Daniel Noya
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