¡Escúchame!
Hablo
del día, con palabras desnudas
que se asoman por mis ojos.
Escucha el paso de la estación
por tus venas calladas.
Habla
la luz, la oscuridad de
las hojas secas
y en la penumbra quedan
todas las metáforas.
Tengo que hablar más alto que
la colina
para que me escuches,
desde la cima de mi corazón
para que me comprendas,
caído,
sin destello
en la soledad de otro poema.
De: La doble rendija
(en preparación)
Daniel Noya
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