Le preocupaba la deriva
del verso libre y, en contraposición, apostaba por una mesura formal que no
carecía de implicaciones sociales y políticas, como el propio Williams
declaraba en una carta al poeta y editor Cid Corman:
“ La cuestión es que, desde los tiempos de Whitman, el
<<verso libre>> nos ha descarriado. Whitmann, como en su momento
los líderes de la Revolución Francesa,
quedó cautivado por la idea de libertad. Todo su pensamiento se empapó de esa
idea que, por desgracia, resulta letal para cualquier orden, particularmente
para el orden que atañe al poema. Whitmann hizo lo correcto al romper nuestras
ataduras, pero, sin concesiones de ningún tipo, se volvió loco. (…) Al final,
recurrió a una especie de lenguaje impreciso, sin disciplina alguna, y nosotros
hemos copiado de él justamente ese rasgo, el peor de todos”
(...)
Williams plantea el problema en muy
distintos escenarios: la locura, la incapacidad de hablar, la absoluta
impotencia de lo amorfo, de lo que aún no es y nunca podría llegar a ser, y al
final encuentra una solución de apariencia modesta que, sin embargo, y como
hemos visto, se revela como una compleja estrategia: un
poeta debe, sobre todo, saber escuchar la lengua ( y tal vez el habla de la
calle sea la más musical); esa es, al final, la clave de toda poesía,
como la del pie variable.
Juan Antonio Montiel
Prólogo de Poesía reunida
de William Carlos Williams
LUMEN
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