Mi madre trabaja en una fábrica
de conservas.
Un día mi madre me dijo:
el amor es una sardina en lata.
¿Tú sabes
cómo se preparan las conservas
en lata?
Un día mi madre me dijo: el
amor es una obra de arte en lata.
Hija,
¿sabes de dónde vienes? vienes
de un vivero de mejillones
en lata. Detrás de la fábrica,
donde se pudren
las conchas
y las cajas de pescado. Un
olor imposible, un azul
que no vale. De allí vienes.
¡Ah!, dije yo, entonces soy
la hija del mar.
No.
Eres la hija de un día de descanso.
¡Ah!, dije yo,
soy la hija de la hora del bocadillo.
Sí, detrás, entre las cosas
que no valen.
(Ballenas,1988)
(....)
En casi todos los órdenes de la vida, la
mala educación se cifra más en cuestiones estéticas que éticas. ¿Quién ha dicho
que el hombre es bueno? Yo no lo creo. Yo no creo que el hombre sea bueno ni
malo. Pero sí creo que en nosotros hay un principio de belleza irreprimible. Yo siento, si
concreto, que en mí hay una aspiración a lo bello, y no siento en absoluto mi
bondad. Y quizás esa aspiración a lo bello no sea más que una disposición
innata para comprender todo lo que queda fuera de la razón, para volver, a través
de la creación, a ese todo del que fuimos expulsados.
Luisa Castro
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