(4)
No hago sino escuchar sombras
y llantos
a lo largo de este sendero.
Los días se suceden y es invisible el
hilo
que une
el día con la noche.
Nadie sabe qué esconden tantas
tinieblas.
Al anochecer
me he dormido sobre un charco helado
y he soñado que arrojaba todos mis
poemas al abismo
de un hermoso río.
Ya sólo me quedaba la promesa del amor
en este frío mundo.
Y he soñado
que eran tan hermosas las palabras que
flotaban sobre el agua
que sobrevivían milagrosamente
hasta que te encontrase.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
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