XXII
Abajo, el mundo oscuro;
aquí, la carne clara.
No le digáis que el mundo la reclama,
dejadla arriba siempre,
aquí, en la cima, al sol,
Cielo de la carne.
¡Cómo hace las curvas y las deshace
y las vuelve a hacer
incansable!
Así es de fiera y de mansa,
llorando de dicha,
¡ay, la carne!
No le digáis que en seguida,
que siga días,
que no haya fin.
El mundo está levantando un arco de
triunfo para
que ella se pasee gloriosa.
Que espere el mundo,
ha ganado la batalla.
De: Tres sinfonías
José Azar
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