Hija de la mar
Muchacha, corazón o sonrisa,
caliente nudo de presencia en el día,
irresponsable belleza que a sí misma se
ignora,
ojos de azul radiante que estremece.
Tu inocencia como un mar en que vives-
qué pena a ti alcanzarte, tú sola isla
aún intacta;
qué pecho el tuyo, playa o arena amada
que escurre entre los dedos aún sin
forma.
Generosa presencia la de una niña que
amar,
derribado o tendido cuerpo o playa a
una brisa,
a unos ojos templados que te miran,
oreando un desnudo dócil a su tacto.
No mientas nunca, conserva siempre
tu inerte y armoniosa fiebre que no
resiste,
playa o cuerpo dorado, muchacha que en
la orilla
es siempre alguna concha que unas ondas
dejaron.
Vive, vive como el mismo rumor de que
has nacido;
escucha el son de tu madre imperiosa;
sé tú espuma que queda después de aquel
amor,
después de que, agua o madre, la orilla
se retira.
De: La destrucción o el
amor
Vicente Aleixandre
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