SEGUNDA
REFLEXIÓN
Pero no,
en este discurrir
todos vamos muriendo,
como Agustín decía.
Pasamos
por la puerta del beso
de la muerte,
recorremos a tientas
el camino de sillas
sin volver la cabeza
temerosos del negro abismo
que se cierne
donde nuestro límite personal acaba.
Mas no todo es espanto.
Inesperadamente nos inunda la luz,
se quiebra el movimiento
y rozamos una orla de absoluto.
Y tal vez ni siquiera
quietos
yacen los muertos.
Poemas rumanos
Clara Janés