El taller de un
poeta está abierto siempre.
Hay alguien que
respira adentro,
alguien que
se pasa días enteros leyendo a Mandelstam
-qué
apellido del diablo-.
Alguien
lo imagina
recorrer por su oscuro camino de Voronezh
con un bastón de fresno.
Aprende otras veces de Pavese
que hacer poesías es como hacer el amor
y de Hölderlin que es la tarea de
entre todas la más inocente.
Alguien que anota:
de
tu cuerpo nacen las estaciones más habitables.
Alguien que se pregunta:
¿acaso
te dejé un hermoso rastro de tinta?
Para entrar al corazón más íntimo de
este taller
sólo
tú tienes la llave.
De:
Cuaderno
de incidencias
Daniel
Noya
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