LUCHA DE CLASES
Cerca de mis ojos
dos ciervos atraviesan el silencioso
camino
de tierra
y se internan de nuevo en el corazón
sin huellas del bosque.
El domingo ilumina el barro de la
lluvia y dibuja
un azul alegre
en el cielo luminoso de invierno.
Pero, de repente,
a lo lejos, disparos de escopetas
nublan mis pasos.
Siempre hay sombras que nunca se
apagan.
Siempre a la vuelta de la esquina puede
estar la negrura de la noche.
Dos animales huyendo hacia el silencio
del bosque
me recuerdan que la lucha de clases
existe:
unos abren los ojos a la deriva de la muerte
y otros,
como ciervos, buscamos los senderos más
luminosos
donde nada nos haga daño, un refugio de
nombres encendidos
donde carnalmente poder amarnos.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
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