Seiquer Alejandro, Pájaro muerto, dibujo carboncillo papel, enmarcado, dibujo 16×24 |
SI HUBIERA DE MORIR dentro de unos instantes, escribiría
estas sabias palabras: árbol del pan y de la miel, ruibarbo, coca-cola, zonite,
cruz gamada. Y me echaría a llorar.
Uno
puede llorar hasta con la palabra “excusado” si tiene ganas de llorar.
Y
esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesto a perder hasta las uñas, a sacarme
los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café. (“Te convido una
taza de café con cascaritas de ojo, corazón mío”).
Antes
de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi
garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte, vida
mía, lo agradecido que estoy, por este hígado estupendo que me dejó comer todas
tus rosas, el día que entré a tu jardín oculto sin que nadie me viera.
Lo
recuerdo. Me llené el corazón de diamantes –que son estrellas caídas y
envejecidas en el polvo de la tierra- y lo anduve sonando como una sonaja
mientras reía. No tengo otro rencor que el que tengo, y eso porque pude nacer
antes y no lo hiciste.
No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto.
Jaime Sabines
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