Lanzo un conjuro al día
para ver si se hace visible algún
néctar imprevisible.
Huraña es la
luz
que no halla el rastro de la
claridad de las luciérnagas.
La blancura
del vuelo de las gaviotas no maquilla
mi tristeza
y no hallo el idioma exacto
con el que hablar a los hombres.
Es lento
el aprendizaje de la cumbre.
Pero, ¿qué
importa?, me digo
si la lechuza de Minerva solo emprende su vuelo
al
anochecer…
De: Órdenes del corazón
Daniel Noya
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